DESEABA LA MUERTE DE LA ABUELA.

 DESEABA LA MUERTE DE LA ABUELA.

A Doña Adelina, abuela de Ramón Sánchez, nadie le dio importancia cuando dijo que le había dado por soñar pesadillas en las cuales aparecían muertas personas conocidas. Un día encontró a mi primo hermano Fidelito Úbeda y le dijo: ¨Que bueno que te veo, dicen que si uno cuenta las pesadillas no suceden. Soñé que habías muerto¨; mi primo se echó a reir diciendo: tengo apenas 26 años y jamás me he enfermado¨. Fidelito murió 14 días después de un infarto cardíaco.
Fidelito le había platicado a su padre lo del sueño de la viejecita y cuando este murió se extrañó y fue directo a casa de la señora. Le preguntó que por que había dicho eso y ella contestó que fue una pesadilla que le contó a su hijo para que no sucediera. Mi tío tenía varios días de andar tomando licor, había descuidado la hacienda El Molino, el trigo estaba amontonado sin moler ni asolearse, las vacas sin ordeñar, el garañón peruano saltó la cerca y andaba revuelto con las mulas, los trabajadores sin recibir pago...
Doña Adelina dijo a mi tío: ¨Cuidate Pedro, no sigas bebiendo guaro que tu muerte está encerrada en una de esas botellas ¨. Dicho y hecho, pocas semanas después mi tío murió, el curandero, don Gilberto Toruño, diagnosticó que murió de un entripamiento.
Un día de tantos estábamos jugando baseball en la plaza, René Úbeda (alias El Cumbo) estaba de pitcher y Ernesto Díaz conectó tremendo batazo que quebró tejas de la casa de doña Adelina, ella salió enojada e hizo el siguiente comentario a su nieto que estaba observando el juego: ¨No logro ver muy claro, pero presiento que entre René Úbeda y Ernesto Díaz sucederá una gran tragedia¨. Tiempecito después René Úbeda se casó con Delia Díaz, hermana de Ernesto.
René y Ernesto se comenzaron a tratar como hermanos, pero, según doña Adelina, el diablo andaba metido entre los dos.
Un día que el cielo estaba cubierto por negros nubarrones, relampagueaba y tronada con toda la furia de Júpiterené, René dijo a su cuñado: ¨El tiempo está metido en guaro, hasta nos podemos resfriar, guarescámonos a la cantina de Nayo Zelaya a zamparnos unos guaspirolazos¨.
Ambos llegaron a la cantina y entre trago y trago se pusieron a apostar jugando poker, discutieron por una jugada dudosa, la discusión subía de tono, el ambiente se tensó, se podía escuchar la respiración agitada de ambos, se pusieron de pie, los parroquianos tomaron distancia, un trueno mezcló su estruendo con el fogonazo de la pistola de René que le acertó en el pecho a su cuñado, este sacó su arma ya casi muriéndo y apretó el gatillo hasta que le faltaron las fuerzas. En el último estertor de la muerte se abrazaron con las armas humeantes a su lado, ambos estupefactos, quizás arrepentidos.
Esa trajedia se comentó por mucho tiempo en aquel pueblecito de San Rafael del Norte, en donde jamás había sucedido nada que perturbara la calma ancestral.
Don Cipriano Mercado era el sacristán de la iglesia que estaba a cargo del padre Mamerto Martínez. Don Cipriano y doña Nieves, su esposa, dedicaban su vida a elaborar ostias mientras repetían oraciones ininterrumpidas, sin comas ni puntos, mezclando la harina con sus letanías...diostesalvereinamadredemisericordiavidaysulzurayesperanzanuestradiostesalveatillamamoslosdesterradoshijosdeevaatisuspiramosgimiendoyllorando...
Bajo advertencia de excomunión nadie tocaba esas hostias, solo el sacerdote que con ademanes misteriosos dirigidos por el mismo Jesús, se convertían en su sangre y su cuerpo que era ofrecido solo a los no pecadores.
Un día de tantos, don Cipriano estaba acomodando las bancas del templo, distante 189 pasos de la casa de la viejita, cuando una de sus orejas escuchó lo que la señora mascullaba en su rezo:¨Oh Vírgen Santísima sin pecado concebida, borra mis pensamientos antes de que sean la causa de mas tragedias. Ahora veo catástrofes en mi propia familia. Mi nieto Ramón que es tan tranquilo, está en camino de convertirse en una bestia asesina, protégelo Señora con tu manto¨.
Don Monchito Pineda, estando reunido bajo la gravilea de la esquina con otros músicos de la banda de la iglesia, les dijo que escuchó a doña Adelina murmurardo en su reclinatorio, que Olga Díaz, hermana de Ernesto, moriría apuñalada por ser provocativa y muy tienta hombres. Eso también se cumplió. La agraciada Olga hizo un viaje a Managua y en el barrio de Jocote Dulce la violaron y asesinaron. Esta noticia salió en todos los noticieros hablados y escritos del país.
Olvidaba palabrearles que Ramón Sánchez fue mi condiscípulo y compañero de juegos durante toda la primaria, era tranquilo, estudioso y sobresalía por su natural inteligencia. Nuestro director, profesor Joslé Santos Rivera Siles, siempre nos lo ponía como ejemplo a seguir.
Ramón, inconscientemente culpaba a su abuela por las muertes que predecía y le preguntó enojado:¨¿Como sabes esas cosas, abuela?,-¨Y yo como voy a saber?- Respondió la anciana mientras caminaba los 189 pasos hacia la santa iglesia.
Semanas después, Ramón volvió a tocar el mismo tema con la señora acusándola seriamente de ser la causante de tantas muertes trágicas, le dijo: ¨Por que no te morís abuela, para que dejes tranquilo al pueblo¨. el joven salió echo una furia no pudiendo escuchar lo que su abuela decía: ¨Por ese carácter tuyo tan cambiante, serías capaz de matar hasta a tu madre si viviera, pero podrás hacerlo con quien sea tu esposa y esa será la causa de tu propia muerte¨.
Ramón tenía una noviecita muy hermosa a quien celaba hasta con sus propios hermanos. Decidió que el sacerdote bendijera su unión y con esto reafirmar su posesión sobre ella.
Como él se ausentaba por motivos de su trabajo en compra-venta de ganado, dejaba a un secreto guardián para que vigilara a su esposa. Un día sábado por la tarde, ella salió presurosa de casa y el guardian la siguió por varias cuadras y por distraerse mirando una pelea de gallos no se dio cuenta en donde se metió y la perdió de vista. Preocupado dio el informe a su patrón quien lo regañó enérgicamente por haberse distraído. Los datos del informe dieron vueltas en su cerebro y lo llevaron a armar escenarios de infidelidades de su esposa.
Contaba don Crisógono Escobar que el viernes santo, a la hora de la oracioncita, vio a Ramón y a su esposa salir del pueblo, como quien va para La Breyera.
Esto atestiguó don Crisógono en el comando cuando lo citaron a declarar ya que a la joven señora la encontraron ensangrentada y muerta al fondo de un barranco en el Volcán de Yalí.
Ramón huyó por las montañas. Poco después también lo encontraron muerto. No tenía orificios de bala pero si muchos golpes en todo el cuerpo.
El anciano Aniceto Lemus, chismoso del pueblo, repetía varias versiones sobre la muerte de Ramón, que a ciencia cierta jamás se supo cual de todas era la verdadera y cada quien repetía la que mas le gustaba. Algunos decían que se suicidó, otros afirmaban que lo mató un ganadero a quien le negó una deuda y otros aseguraban que lo mató el vigilante de su esposa porque estaba enamorado de ella.
Estos aconteceres los repetían los habitantes de aquel antes tranquilo pueblo y se los palabreyo tal como las archivé en mi mente.

Roberto Rourk.

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