BLANCA ARÁUZ Y LA VIEJA CASONA.

 

BLANCA ARÁUZ Y LA VIEJA CASONA.
A las tres y veinte minutos de la tarde de aquel primero de diciembre de 2011 ocurrió la tragedia. La vieja casona que mi abuelo Fidel Úbeda Montenegro había comprado noventa y un años atrás, se vino al suelo.
Hacía varios años que ya nadie pasaba por ese lado de la calle, todo mundo había anunciado su muerte. Jamás invirtieron un centavo en su reforzamiento, ni el gobierno central que supuestamente es sandinista, ni el municipal y esto que pomposamente llamaban al edificio MUSEO SANDINO.
Por un tiempo fue un museo real en donde se exhibían armas, uniformes, botas, espuelas, mochilas, cinturones, municiones, monturas y todo lo que usaba el general y sus tropas en sus campañas. También estaba el equipo completo del antiguo telégrafo, por medio del cual se comunicaba el general con mi tía Blanca Aráuz y fue por ese tiempo el único contacto de San Rafael del Norte con los demás poblados.
Habían dos personas que cuidaban el museo: don Tomás Herrera Zeledón y Jesús López. Ese día, don Tomás dijo que le daban mantenimiento por pura devoción, ya que tenían 16 años de no recibir pago. Don Tomás fue lesionado por el derrumbe.
Jesús López había fallecido pocos meses antes, de un ataque cardíaco. Lo encontraron doblado en su humilde mesita que el trajo de su casa y le servía de escritorio.
El propio día del derrumbe llegó a San Rafal una comisión gubernamental que se reunió con otra municipal para dar los toques finales al plan turístico que promoverían usando como eje central, precisamente, esa parte histórica de la casa, por haber sido hogar de la familia de Blanca Aráuz Pineda.
Es importante aclarar que cuando ocurrió el derrumbe, doña Rosario Murío, que había llegado antes, solo había dejado un par de fusiles viejos, un pedazo de telégrafo y copias de fotografías de Sandino, de su estado mayor y de su esposa. De eso soy testigo ya que esos despojos me los mostró mi amigo de infancia Jesús López, como tres meses antes de su infarto. Doña Rosario hizo todo ese ¨recupere¨ para su museo personal.
Debido al corto tiempo transcurrido entre el saqueo y el derrumbe, corrieron rumores de que este se debió a un sabotaje mágico. Así borraron la historia para reescribirla a su manera y evitaron los gartos de restauración de la vieja casona.
Pues bien, para hacer propaganda al ¨magno evento¨ del plan turístico, llegaron primero los periodistas y fotógrafos de El Nuevo Diario que preparaban un reportaje sobre el circuito turístico que se planeaba y para darle mas realce a las noticias, no faltó a ese encuentro la presencia de Blanca Segovia Sandino Aráuz, hija del general y de Blanca Aráuz Pineda.
Cuando esta niña vino al mundo, su madre estaba siendo atendida por la comadrona del pueblo, doña Angélica Rodríguez y por el médico don Lisandro Herrera.
Despues de mucho sufrimiento nació la bebé, pero la placenta no salió, la madre ya no resistía, había sufrido demasiado. Llegó el momento crucial cuando el médico le dijo al General Sandino que debía decidir a quién salvar, a la madre o a la niña. El General no vacilo y dijo: ´Salve a la madre¨, pero se escuchó la voz agonizante de la madre que decía: ¡sálve a la niña! En ese momento el médico cortó el cordón umbilical para salvar a la criatura. La madre murió desangrada pasada la media noche de aquel 2 de junio de 1933.






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