ENOC PINEDA, EL GUIRRO.

 Mi tía Otilia Úbeda Aráuz contrajo matrimonio con don José Angel Pineda y este murió siendo muy joven. Tuvieron cuatro hijos: Graciela, Benjamín, Enoc y María. Graciela y María fueron profesoras.

Con Enoc fuimos compañeros de juego desde los tres años. El era busca pleitos y para compensar su baja estatura fue aprendiendo trucos, mañas y trampas para pelear hasta con personas mayores y se convirtió en el terror de todos los chavalos. Benjamín, su hermano peleaba mucho conmigo y como era tres años mayor siempre yo salía perdiendo. Entonces me tocaban dos castigos: el que me propinaba Benjamín y el que me daba mi mamá ¨por andar de pleitisto¨. Enoc me defendía de Benjamín y de cualquier otro, jamás peleó conmigo.
Tanto en peleas, como en otras actividades, nadie le ganaba. Para hacer maldades, nadar, correr, saltar, trepar árboles difíciles, era siempre el mejor y como era tan ágil y liviano le llamaban Gorrión ó El Güirro.
A Enoc nunca le gustó ir a la escuela y mientras él me enseñaba todas sus artimañas, yo le enseñé a leer, escribir, sumar, geografía elemental y a rezar el Padrenuestro.
Poniendo en práctica sus enseñanzas una tarde me vengué de Benjamín y le rompí las narices a trompadas, nunca mas volvió a pegarme. Y así, poco a poco y ¨sin querer queriendo¨me fui convirtiendo en un pequeño malandrín. Mi mamá me prohibía juntarme con él.
Un día, íbamos ambos montados en mi caballo El Colorado y encontramos unas bestias que pastaban en el camino público, amarró un caballo y lo montó diciendo: ¨Quien no tiene potrero no debe tener caballos, ahora que los dos tenemos uno cada uno iremos muy lejos, sería bonito que nadie sepa en donde estamos y que todos lloren por nosotros¨. Di media vuelta y regresé a casa, lo que menos quería era que mi madre y hermanitas sufrieran.
Al terminar mi primaria tuve que mudarme a Matagalpa para continuar mis estudios.
Transcurrieron treinta y dos años. Una noche llegó a mi casa en Managua a despedirse, me puso al tando de que su compañera le tuvo un hijo al que puso por nombre Roberto. Lo noté muy nervioso, dijo que iba rumbo a Guatemala. Le di algún dinero.
Pocos días después supe que había intentado matar con arma de fuego a Esaú Úbeda, primo hermano de ambos, por rencillas personales.
Años mas tarde viajando por Guatemala en misiones de trabajo visité a mi primo Eduardo Bustamante Rourk quien me informó que Enoc estuvo como dos meses trabajando en su fábrica, que era muy buen trabajador y que desapareció dejando una nota en que le informaba que había aceptado una oferta para trabajar como soldado de fortuna en una guerrilla de América Latina.
Nunca mas se supo de él, su madre y hermanas siempre lloraron su ausencia y así cumplió sus enfermizos sueños y deseos.

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