MARGARITA Y MARGARITAS.

 MARGARITA.

Rubén Darío.
¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá.
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Sí... no... sí... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor, te deshojó!
MARGARITAS.
Roberto Rourk.
¿Recuerdas que querías tomar tres margaritas?
Todavía en mi mente tu extraño rostro está,
cuando nos emborrachamos en aquella cantina,
del Gancho de Camino tres cuadras para allá.
Tus dedos temblorosos, igual que tus patitas,
servían la cususa no fina para ná;
repetías con señas: dos mas...dos mas…
!¡Y sabías que no aguantabas ya!
Después, llena de histeria llorabas y reías,
bomitaste el piso, tuve que limpiar yo;
cual si fueran de trapo doblabas las canillas,
quisé parar un taxi, me dijiste que no
y un furgón circulando como a setenta mías,
como a una sabandija... plás, plas...te destripó!






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